martes, 26 de marzo de 2013

MANHUNT VII


Caminamos por la rambla y sacamos fotos de los juegos apagados del parque de diversiones. Había una cara diabólica de colores llamada Tillie y también una rueda de la fortuna. Una estructura para saltar de una especie de Bungee Jumping y una montaña rusa nada provocadora. Caminamos por ahí contra el viento y el frío y llegamos al acuario que estaba cerrado y parecía que en otra época había sido interesante pero ya no. También había una playa a la que no fuimos. Había gaviotas. Todos los locales estaban cerrados y parecían los decorados de una película de Hitchcock o hechos a medida para decorar las falsas calles de Disney World.
Todo estaba destruido por el Huracán Sandy. Era un asco, fragmentos de madera por todos lados, como si una bomba hubiese estallado todo. La playa estaba llena de fragmentos de cosas.
Coney Island era el rezago de lo que una vez había sido, se notaba que en una época todas las personas se juntaban ahí a festejar y a divertirse como en las películas, pero ya no, no en invierno al menos. Era un lugar lúgubre y sin nada, sin sonidos más que el del viento y las gaviotas que se quejaban. Era un lugar huérfano y alejado en el que nada parecía pasar. Era como la ceniza de un fuego, quedaba algo horrible de lo que había sido algo cálido y atractivo, con movimiento.
En la calle no había nadie, apenas unas personas dispersas que parecían zombies. Eran en su mayoría rusos.
-Esto es una mierda- dijo Buddy Holly abrazándose a sí mismo por el frío.
-Yo me voy- dijo Josh.
Estábamos parados junto a un bar que se encontraba cerrado, era al lado de un taller mecánico que también tenía la persiana baja. El bar parecía ser una fábrica de cervezas, era un edificio grande de ladrillos en una esquina y tenía una pintura en una de sus paredes que estaba gastada por la erosión y el paso del tiempo. Una gaviota pasó y su graznido pareció haber sido hecho en esperanto. Al mismo tiempo que el pájaro se posaba en un cartel de neón muerto, un portón de la fábrica supuestamente abandonada se abría.
-Los esperábamos a ustedes dos solos- dijo un hombre vestido como en la época victoriana, señalándome a mí y a Josh- pero no importa, pasen todos.
La fábrica parecía muy grande y sólo una parte estaba iluminada con tubos de tungsteno que la hacían lucir deprimente y delicadamente húmeda.
Había unas veinticinco sillas plegables, casi todas estaban ocupadas por personas vestidas como en la época victoriana o con estética steampunk. Todos tenían sombreros diferentes. El que más se repetía era el bombín.
-No traen sombrero- nos gruñó el hombre que nos hizo pasar.
Nos sentamos en silencio, uno al lado del otro. Por alguna razón me tocó nuevamente al lado de Mimi y Peggy Sue estaba encima de Buddy Holly que era el que estaba vestido más acorde a la situación, aunque Josh no desencajaba mucho.
-Tenemos invitados- dijo un hombre que estaba parado en el medio del foco de luz en una tarima. Tenía un bigote largo y enrulado.
-Calculo que saben porqué están acá.
-No- dijo Josh desganado y aburrido y prendió un cigarrillo y sonó sus dedos que hicieron un sonido similar al de un corcho saliendo con violencia de una botella de sidra de 1995.
-Ustedes son los que lograron descifrar nuestro código e ingresar. Deberían saber porqué están acá. Están acá porque deben estar acá. Merecen estar acá.
-Mierda, esto es casi tan cool como las modalidades ridículas que tiene Google para elegir su personal mediante cuentas imposibles de hacer que publica en diarios y en anuncios en las rutas.
-Exacto, pero el nuestro no dice nada referido a ninguna empresa. Es un código escrito al azar en diversos puntos de la ciudad. El azar hace que alguien pase y lo perciba y lo anote y lo descifre y se ponga en contacto con nosotros. Para muchas otras personas lo que ven es tan sólo un graffiti más en New York. Es el tercer código que se logra activar, hay cuarenta.
-¿Qué pasa cuando se activa?
-Una bomba se activa.
-¿Cómo que una bomba?
-Sí, una bomba.
-…
-Pasadas las treinta y seis horas, en un punto aleatorio va a suceder algo. Ni nosotros sabemos qué. Hay cuarenta sorpresas-bomba, una para cada código pero se relacionan entre sí de manera azarosa. No sabemos cual estallará cuando.
-Mierda.
-Ustedes sabían en lo que se metían cuando desencriptaron el código.
-¿Cómo mierda es que nos reconocieron?- pregunté.
-Cuando ingresaron el código se activó instantáneamente la cámara de la computadora y pudimos verlos. Muy arriesgado de todas maneras que hiciesen todo desde un Apple Store.
-¿Cómo supieron que íbamos a venir hasta Coney Island?
-Estás haciendo preguntas que no son las importantes- respondió seco el hombre de los bigotes graciosos.
-Pero ustedes esperaban que viniésemos con sombreros, así que hay algo que no cierra.
-Estás haciendo preguntas que no son las importantes.
Me tembló la espalda y las manos me transpiraban. Estaba nervioso y tenía calor. Me acordé que llevaba puesta una remera nueva de The Germs que no quería que se me gastase tan rápido.
Me pareció la situación más ridícula del mundo y me dio risa, un ataque de risa que nadie esperaba y desconcerté a todos: a los miembros de la secta y también a mis amigos. Todos quedaron en un elegante silencio esperando a que yo pudiese calmarme. El silencio prosiguió una vez que me logré contener, como si todos esperasen que dijese algo interesante, pero no tenía nada para decir.
-Perdón, me tenté- dije.
-En un principio éramos la Sociedad del Sombrero. Seguimos existiendo.
-¿Tienen algo que ver con La Sociedad del Sombrero Rojo?[1]- interrumpí.
-No…
-¿Y con el club de barbas?[2]- pregunté.
-Callen a ese- dijo el hombre del bigote ridículo y me pegaron con una corbata que tenía en la punta un ladrillo atado. No me dejó inconciente pero me dolió y comprendí que tenía que callarme y quedarme con las dudas, como me sucedía en el colegio primario para que no me burlasen cuando no entendía algo.
Quería saber si habían robado la idea de La Subasta del lote 49 de Thomas Pynchon pero no me animé a preguntar.
-En un principio éramos la Sociedad del Sombrero, queríamos recuperar y sostener los valores victorianos, la estética, las costumbres, el idioma. La sociedad fue fundada en



[1] La sociedad del Sombrero Rojo es un grupo de mujeres que se juntan a merendar y que visten sombreros rojos y trajes lilas. Marge Simpson forma parte en un capitulo y se ve involucrada en actividades delictivas.
[2] El Club de Barbas y bigotes es una sociedad en la que todos sus integrantes tienen barbas y bigotes con formas raras y longitudes extremadamente ridículas. Es como una fraternidad o algo así.

1945, cuando terminó la Guerra y Coney Island lentamente iba siendo olvidada y servía como refugio para nuestras parrandas. Su fundador fue Stephen O`Malley.
-El integrante del grupo Sunn O)))- pensé, pero era obvio que no se trataba de él porque en ese entonces no había ni nacido.
-En 1968 hubo un nuevo miembro que estuvo unos pocos meses en la sociedad. Era un muchacho de Chicago que nos introdujo las ideas de Paul Lafargue y Henry David Thoreau entre otros pensadores. Fue muy respetado rápidamente entre los integrantes, pero al tiempo, abruptamente, se marchó sin dejar rastros. Años después, su figura cobraría notoriedad mediática y nos inspiraría nuevamente a ser lo que somos hoy en día. Ese hombre fue Theodore Kaczynski.
-El Unabomber- grité y me golpearon de nuevo, aproveché el momento para preguntar si la Sociedad había robado la idea de la novela La Subasta del lote 49 de Thomas Pynchon y si el fundador tenía algo que ver con el integrante del grupo de Drone Doom Metal Sunn O)) que se llaman así por una marca de amplificadores pero que se pronuncia simplemente Sunn, casi en respuesta a la banda fundadora del género, Earth que a su vez se llama así en honor a Black Sabbath ya que ese había sido su primer nombre. Volvieron a golpearme.
-Con el tiempo fuimos adoptando diversas metodologías para sumar miembros, nuestra ideología fue mutando, enriqueciéndose, cada vez generamos más y más conciencia. Ya no éramos un grupo de hombres amantes de la moda, éramos hombres y mujeres queriendo cambiar las cosas pero sin descuidar la vestimenta. Con el tiempo cambió el nombre del movimiento, pero la Sociedad de los Sombreros siguió existiendo como una célula.
-Ustedes han sido seleccionados para ser parte de esto. Bienvenidos. Pronto estaremos en contacto nuevamente con ustedes. Pero ahora tenemos que continuar con lo que hoy hemos empezado y que ustedes no comprenderían todavía. Ya habrá tiempo, pronto, para que se adapten.
Me detuve a mirar a las mujeres que integraban el grupo. Estaba aquella mujer que había visto en el subte que parecía salida de El Pueblo de los Malditos.
La imaginé teniendo arcadas mientras succionaba un pene, con el maquillaje corrido y un poco sufriendo pero un poco caliente por eso mismo y pasándola bien. Fuimos a comer a Nathan´s.
Josh pidió un cangrejo frito que parecía muy extremo. Lo que pedimos el resto no tiene verdadera importancia pero a ninguno le gustó del todo. Yo prefería los panchos de King Papaya.
-Que carajo- dijo Josh.
-¿En que mierda nos metieron?- dijo Buddy Holly- seguramente el inútil de Mr. Momo tiene algo que ver con eso.
Mimi hacía la vertical y practicaba kung fu.
-No sé, veamos que pasa. Que gran ciudad New York- dijo Josh con indiferencia. Rompió la pinza del cangrejo con sus manos que parecían las garras de un oso embalsamado o de los que aparecen en la película Grizzly Bear de Werner Herzog.
-Estoy un poco asuztado- dije.
-Se dice asustado- me corrigió Josh.
-Se dice matate, amigo[3]- respondí.
Peggy Sue miraba la nada y parecía asustada, me gustaba que lo estuviese porque de esa manera no fastidiaba ni criticaba a nadie.
Mimi daba mortales para atrás.
Las empleadas del negocio nos miraban con desprecio y parecían aburridas. Prendieron una radio y sonaba una canción de Eric Clapton de la década del ochenta, por lo tanto malísima.
Mimi hacía planking[4].
Volvimos a Manhattan.



[3] Amigo lo dije en español pese a que el texto está en español hablé todo el tiempo en inglés.
[4] Según Wikipedia: “El planking, término en inglés que se traduce como «hacerse la tabla», es una práctica que consiste en estar tumbado boca abajo en un sitio inusual”.

2 comentarios:

  1. Aghhhh muchas referencias!!! No se si me gusta o me asusta!

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  2. La novela tiene cerca de 160 notas al pie. Quiero que funcione como novela y pseudo enciclopedia del dato inútil pop underground super punk.

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