Viejos amigos los invito a visitar mi nuevo proyecto WALDEN: un sitio dedicado a personas con proyectos, experimentos en las ciudades y cultura lateral.
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Cuentos verdes
lunes, 14 de abril de 2014
sábado, 6 de abril de 2013
MANHUNT VIII
Necesitaba estar solo y caminar por
la ciudad. Llegué a lo que solía ser el CBGB´s, ahora era una tienda de ropa
muy cara a la que no quise entrar. Me sentí mal, algo había muerto. Me
preguntaba porqué el Chelsea Hotel sí era un lugar reconocido por la ciudad
como patrimonio histórico y ese bar no lo había sido. Pasé por el New Museum
pero no estaba con ánimo como para entrar.
Faltaba una semana para que fuese
el fin del mundo o algo así por lo que me propuse a aprovechar lo más que podía
la ciudad, porque por ahí mis últimos días de vida eran en ella y quería irme
del mundo lo más contento que pudiese.
Caminé hasta lo que era el C Squat,
pasé por el mural de Joe Strummer pero no me detuve porque nunca fui muy fan de
The Clash y di vueltas por una plaza que parecía peligrosa pero había muchos
juegos infantiles y muchos chicos jugando. El C Squat ahora era un museo
dedicado a la ocupación de espacios públicos o algo así.
Por suerte seguía colgando el
cartel que había visto tantas veces en fotos en Internet: “Esta tierra es
nuestra. No está a la venta”.
Parecía ser una tienda hipster del
SOHO, vendían remeras y bolsos y fanzines. Había un mostrador en el que había
varios voluntarios hablando entre ellos. Estaba muy lejos de lo que esperaba
encontrar pero el museo seguía hacia abajo donde había una muestra fotográfica
y un documental de una calidad técnica muy pobre filmado en VHS que se repetía
una y otra vez. Ahí abajo había un punk crust con un perro y un par de viejos
vestidos de traje que parecían haber sido squatters artistas que estaban en su
adultez y venían a recordar viejas épocas de cuando eran pobres o al menos, más
pobres.
Hacia al fondo había un salón
descuidado y oscuro atiborrado de gente. Era una conferencia que estaba dando
un ilustrador de la revista The New Yorker sobre sus días como okupa y sobre
como era toda esa zona en esa época, durante los años ochentas.
Extrañamente casi no había punks,
sino gente con sweaters con cuello de tortuga y cochecitos con bebés.
Una mujer regalaba bolsas con
pochoclo que acepté esperando que tuviesen ácido pero solamente tenían sal.
Apenas se podía ver o escuchar por
lo que me puse a ver unos afiches que había con ilustraciones de las personas
que habían vivido allí y sus historias narradas en primera persona. Eran todas
historias tristes e increíbles, admiré a cada una de las personas que leí. Uno
era un anciano (Había nacido en 1935) y en su juventud había convivido con
Allen Ginsberg y Jack Kerouac, lo que me pareció muy sorprendente y a la vez
triste. Triste porque me era un mundo ajeno y lejano.
Subí al infoshop y le pregunté a
uno de los voluntarios si había forma de visitar el resto del edificio y me
dijo que no, porque son viviendas, que el C Squat ya no funcionaba como centro
cultural, ya no se hacían recitales y la famosa rampa de skate estaba
desarmada.
Bajé hasta la Plaza Cultural y avancé por la Avenida C hasta llegar por puta
casualidad a la calle Rivington y toparme con el ABC NO RIO. Había unos punks
en la puerta y me acerqué para ver que pasaba. Había un recital, una de las famosas
hardcore matinees de los sábados. El encargado de cobrar la entrada era un
hombre que tenía un gorro de lana con un parche de GBH y una campera de
aviador. Se llamaba Miguel y que era de Honduras y que tenía una banda llamada
Tegucigalpa. Hacía frío en la calle pero a nadie parecía importarle. Una chica
con una cresta violeta intentaba hacer malabares con dos botellas de cerveza.
Caían al suelo y hacían un sonido amenazador pero no se quebraban. Otro chico
de cresta contaba sobre una pelea que había tenido en Long Island la noche
anterior y como dos policías lo revisaron sin encontrar ninguna droga porque él
no se drogaba.
Miguel me contó que el había venido
de Honduras en 1985 y que en ese entonces el Lower East Side y el Alphabet City
eran barrios peligrosos pero que a él no le quitaban el sueño porque en
Honduras todo era más complicado.
-Hubo veces en las que tuve que
bajar con un bate de béisbol porque vendedores de crack se querían meter en el
edificio. Nosotros siempre estuvimos en contra de esas cosas. Eran épocas
duras, vendían drogas en todos lados y todos los edificios estaban vacíos y los
ocupábamos y después nos mudábamos. Todos nos conocíamos y nadie tenía
pertenencias y había muchas bandas y muchos recitales. Después vino Gulliani y
simplemente movió el crimen de lugar, esas personas no dejaron de existir. Lo
único que logró es que la ciudad sea cada vez más imposible de pagar, imposible
de existir y que sus habitantes artistas se tuviesen que ir cada vez más lejos,
al igual que los criminales que encerró y echó.
Yo esperaba con frío a su lado a
que fuese la hora para que el recital comenzara. Los turistas pasaban por la
puerta y tomaban fotos y los punks posaban de manera agresiva y les pedían una
moneda.
Una chica bajó una escalera y le
preguntó a Miguel quien había sido el último en utilizar el baño, estaba tapado
y no se podía usar. Miguel dijo que probablemente había sido su culpa por haber
tirado un preservativo usado en el inodoro, que después se encargaría.
Miguel trabajaba como cocinero en
un restaurante.
-Trabajo en un lugar al que no
puedo ir como cliente, no me pagan lo suficiente como para poder comer ahí, es
al revés del fordismo lo que hacen. Lo bueno es que manejo mis horarios, ahora
trabajo solamente tres días a la semana pero doce horas cada vez.
Apareció un muchacho con una
campera de aviador y pantalones militares y borceguíes. Todos se quedaron en
silencio. Tenía la mejilla perforada y abierta del tamaño de una pelota de
tenis, se veían sus dientes y encías.
-Hoga- dijo.
-Son siete dólares- le dijo Miguel
sin mirarlo a los ojos.
El muchacho pagó y fue para adentro
del ABC No Rio.
-Ese muchacho esta bien loco. Hace
tres años que no aparece por acá, estuvo en Irak.
-¿Eso se lo hizo en Irak?
-No, su novia lo engañó y el la
descubrió en un recital en el Knitting Factory en Brooklyn. Ahí mismo se quiso
suicidar y le erró y quedó deformado. Cruzó el puente de Brooklyn así, como un
zombie, lleno de sangre. No tenía seguro médico y quería curárselo él mismo.
Finalmente la cara le cicatrizó y quedó deforme.
-¿Y por qué todos se callaron
cuando apareció?
-Porque estuvo en Irak, fue a
pelear a la guerra, nadie supo nada de él en tres años. No es un personaje muy
querido acá.
-¿Cómo es lo del seguro medico?
-Aquí sin seguro médico no existes.
Este es un país duro, no pienses que no. No todo es Time Square, Doctor Pepper
y HBO. Aquí las cosas cuestan mucho si no tienes dinero. Las propiedades en los
ochentas eran un regalo, ahora la gente vive cada vez más y más lejos, es
imposible afrontar los gastos de Manhattan. Es una trampa esta ciudad, la gente
la llama Manhunt porque te caza. Vives en Nueva York pero sos esclavo de Nueva
York en verdad. Es una ciudad glamorosa para los que tienen dinero, sino, es
como cualquier otro lugar. Ser pobre es lo mismo en cualquier lado. En los
ochentas aquí estaba todo abandonado, la policía no se animaba a entrar a estos
barrios. Ahora los turistas caminan con las cámaras de fotos colgadas al
cuello. La ciudad cambia, cambia muy rápido.
-Mierda- dije.
-Ven, vamos para adentro- me dijo
Miguel y eso hicimos, fuimos a un pasillo donde había una mesa con diferentes
flyers y fanzines gratuitos. Me quedé con una vieja copia de la revista Heart
Attack.
-Este wacko me preocupa aquí
dentro. Todos los que van a la guerra vuelven hechos unos harapos. La droga los
destroza.
La gente comenzó a ingresar para el
recital que estaba atrasado dos horas.
-Toman drogas sintéticas y vuelven
adictos. Cuando los gringos se emborrachan o se drogan, lo hacen en serio, y
ahí no hay como frenarlos, se brutalizan. Y después nosotros, los latinos somos
los responsables de la droga en este país. Sumado a todo ese caos está el de La Orden del Nuevo Mundo, no se
si te has enterado de eso.
-Sí.
-Es un desastre, nadie comprende lo
que sucede del todo con ese movimiento, ni como funciona ni lo que plantean.
Hay más gente involucrada de la que uno piensa. Personas de izquierda, de
derecha, ricos pobres. Es un movimiento que no distingue nada. Existe, es.
Un muchacho con expansores pasó por
el pasillo y escuchó nuestra charla.
-Mi mamá piensa que se va a acabar
el mundo, por eso me pagó todos los implantes dentales- dijo y se relamió los
dientes de juguete. Tenía expansores y una remera de Warzone gastada. También
una gorra de béisbol de los Cardinals. Siguió caminando hacia la salida para
fumar.
Ingresamos al salón y yo esperaba
que fuese un lugar semi demolido pero era un espacio muy bien iluminado y
pintado de blanco. Imaginé que así debería ser el limbo de los punks cuando
mueren de sobredosis o peleas o esas cosas que seguramente hacen los punks.
Había un puesto de galletas veganas
de calabaza y otras con chips de chocolate. Compré una de calabaza y era muy
rica. Sonaba hip hop y todos los punks cantaban las canciones de hip hop y me
resultó extraño y me pregunté donde mierda estaba.
Apareció la primera banda en
escena. Eran solamente dos. Un chico que tocaba el bajo y tenía una camisa escocesa
y parecía ser un integrante de Green River y un chico en guitarra que tenía una
camisa negra metida dentro del pantalón (un pantalón color marrón claro de
oficina) y que estaba peinado con raya al medio. Un nerd.
Encendieron un iPod en el que tenían
grabadas baterías y tocaron el grindcore más técnico del mundo, con mucha
influencia de math rock y post hardcore. Los temas duraban muy poco y eran
alucinantemente complejos.
Había un chico oriental con una
remera de Terrorizer. También había un chico con rasgos orientales que bailaba
como lo hacen los Straight Edge y se armó un circulo a su alrededor, tenía una remera
de Vegan Records y me asombró muchísimo.
Cuando la banda terminó le dije:
-Hey, tu remera es de un sello de
donde yo vengo.
-¡Guau! Me la trajo mi novia de un
viaje, mi nombre es Harrison.
-Ariel
-El es Jorge, tenemos una banda
juntos, él toca la guitarra y yo canto, nos llamamos XPASSAGEX.
Ellos estaban acompañados de otro
muchacho que tenía una campera de cuero con atrás un parche de una AK-47 con la
inscripción KILL YOUR LOCAL DRUG DEALER.
En un rincón se encontraba el
muchacho que había vuelto de Irak. Estaba sólo, apoyado contra la pared. Tenía
un babero en el cuello y bebía te helado que se le escapaba por su mejilla
perforada.
La siguiente banda era de New
jersey y hacían un hardcore muy aburrido al estilo de Chain of Strenght o
Bane. Los chicos bailaban y se
empujaban. Los punks crust se sumaron a la danza violenta y yo me quedé a un
costado, mirando toda la situación con cierto asombro.
Al terminar esa otra banda comenzó
una de Islandia. Hacían grindcore en su estado más puro. El guitarrista esgrimía
una guitarra Fender Jaguar, un instrumento no del todo bien visto para ese
género. Él lucía como un modelo de alguna marca famosa y cara, era alto y rubio
y estaba muy bien vestido. Su apariencia no tenía nada que ver con la música
demencial que ejecutaba.
Los chicos volvieron a bailar con
brutalidad, el recital fue extremadamente corto.
La chica de cresta violeta estaba
traspirada y su peinado se había desarmado.
Finalmente apareció la ex cantante
de Mùm, vestía un jardinero roto y estaba sin zapatillas. Enchufó un reverb y
un whammy a una guitarra acústica y a un mixer. Ella cantaba y movía las
perillas con los dedos de los pies para variar la sensibilidad de los efectos.
Los sonidos empezaron a yuxtaponerse hasta generar un clima tántrico.
Quedaban solo ocho personas en el
lugar para ese entonces.
Ya era de noche. Me quedé con
Harrison y Jorge y su otro amigo que nunca supe el nombre, en la calle, andando
en skate.
Me contaron historias sobre los
recitales hardcore en New York, sobre los diferentes estilos y actitudes entre
los barrios.
-En Bronx bailamos violento- contó
Jorge- en Queens son más flojos.
Nos quedamos patinando en la calle
hasta que ellos se volvieron para Bronx a festejar Nochebuena con sus familias.
Quedamos en contacto para ir a pasear otro día por la ciudad. Yo aproveché la
cercanía para ir a ver a John Zorn que se presentaba en su propio bar.
Era el segundo en la fila, en
verdad el quinto pero las cuatro primeras personas estaban juntas.
Hacía frío y a los pocos minutos un
hombre gordo salió a la calle y comenzó a cobrar las entradas.
-¡Veinte dólares en cambio por
favor!- gritaba una vez detrás de la otra.
Me senté en la primera fila.
Rápidamente el lugar se llenó.
A mi lado se encontraba un hombre
vestido de traje que me causó un malestar muy grande. Lo imaginé triste y solo,
pasando nochebuena en un concierto de avant garde porque no tenía mejores
planes, no porque desease realmente eso para su noche.
Había una pareja oriental del otro
lado que se tomaban de la mano y una mujer embarazada. Me pregunté si era
prudente que asistiese a un recital de esas características.
En mi mochila tenía un grabador
Zoom 4HN que encendí delicadamente para documentar el recital de manera ilegal
y clandestina.
John Zorn apareció en escena junto
a un clarinetista y otro saxofonista. Zorn escupía, la saliva impactaba en el
hombre de traje que parecía deprimido y sin ganas de estar ahí. Luego fue el
turno de dos guitarristas y una pianista que tocaba las cuerdas del piano de
cola con las manos.
Después vino Ikue Mori que fue
baterista del trío No Wave DNA. Tocó la batería de manera rudimentaria y un
guitarrista imitaba a Fred Frith pasando cordeles entre las cuerdas. El
clarinetista hacía ruidos agudos y con sonido a madera.
Después apareció en escena el
baterista de Yeah Yeah Yeahs que se dedicó a romper unos cartones y a
golpearlos con las manos y con palillos de batería. Mientras el hacía eso Ikue
Mori intentaba sacarle texturas a la batería y un guitarrista generaba paisajes
sonoros con su instrumento y unos cuantos pedales de efecto.
Finalmente Todos los músicos
aparecieron en escena y Zorn anunció que tenía dos invitados. Apareció Marc
Ribot y Thurston Moore. Thurston Moore era muy alto y tenía una camisa celeste
con un pin de no me acuerdo qué.
Sacó una Fender Jazzmaster llena de
stickers y la conectó a un amplificador Peavy. Entre ambos equipos había un
Whammy y una distorsión Pro Co Rat y un Delay de Line 6.
La guitarra por alguna razón no
andaba y tuvo que buscar otros cables y tampoco andaban entonces cambió de
amplificador a un Fender Hot Rod. El rey de la guitarra ruidosa no podía
enchufar las cosas y nada le andaba y fue muy gracioso.
Ribot tenía una Epiphone Casino, un
trémolo y un reverb y los enchufo a un Roland Jazz Chorus y no tuvo problemas.
Al terminar el recital me acerqué a
Moore y le pregunté si podía tomarle una foto y me dijo que sí. Me fui contento
a Pret a Manger a festejar el día tomando una sopa de fideos y pollo.
Volví al hostel en subte y escuché
la grabación del recital. Se escuchaba perfecto pero sabía que nunca la iba a
escuchar porque era un recital para ver. Pero como recuerdo me parecía
interesante.
Volvió a mi mente el hombre de
traje que parecía no querer estar en el recital de John Zorn. Me pregunté si
formaba parte de La Orden. Intuí
que estaba ahí para controlarme, como una señal que me dijese: “Sabemos donde
estás”.
Me aterré pero después me olvidé y
después me volví a acordar cuando anunciaron por parlantes que el subte se
detendría por un inexplicable corte de luz en todas las estaciones. Eran ellos,
era obvio.
Salí a la calle y la ciudad parecía
otra, una verdadera ciudad-trampa. La gente se encontraba en las veredas,
charlaban y fumaban. Alumbraban con unas linternas de led muy poderosas. Nadie
usaba velas y eso me asombró.
Hacía frío para estar en la calle.
Ingresé al hostel y esperé a que
mis ojos se acostumbraran a la oscuridad para subir las escaleras. Los peldaños
crujían como si fuesen los motores preparados de las motos de los Hells Angels.
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martes, 26 de marzo de 2013
MANHUNT VII
Caminamos por la rambla y sacamos
fotos de los juegos apagados del parque de diversiones. Había una cara
diabólica de colores llamada Tillie y también una rueda de la fortuna. Una
estructura para saltar de una especie de Bungee Jumping y una montaña rusa nada
provocadora. Caminamos por ahí contra el viento y el frío y llegamos al acuario
que estaba cerrado y parecía que en otra época había sido interesante pero ya
no. También había una playa a la que no fuimos. Había gaviotas. Todos los
locales estaban cerrados y parecían los decorados de una película de Hitchcock
o hechos a medida para decorar las falsas calles de Disney World.
Todo estaba destruido por el
Huracán Sandy. Era un asco, fragmentos de madera por todos lados, como si una
bomba hubiese estallado todo. La playa estaba llena de fragmentos de cosas.
Coney Island era el rezago de lo
que una vez había sido, se notaba que en una época todas las personas se
juntaban ahí a festejar y a divertirse como en las películas, pero ya no, no en
invierno al menos. Era un lugar lúgubre y sin nada, sin sonidos más que el del
viento y las gaviotas que se quejaban. Era un lugar huérfano y alejado en el que
nada parecía pasar. Era como la ceniza de un fuego, quedaba algo horrible de lo
que había sido algo cálido y atractivo, con movimiento.
En la calle no había nadie, apenas
unas personas dispersas que parecían zombies. Eran en su mayoría rusos.
-Esto es una mierda- dijo Buddy
Holly abrazándose a sí mismo por el frío.
-Yo me voy- dijo Josh.
Estábamos parados junto a un bar
que se encontraba cerrado, era al lado de un taller mecánico que también tenía
la persiana baja. El bar parecía ser una fábrica de cervezas, era un edificio
grande de ladrillos en una esquina y tenía una pintura en una de sus paredes
que estaba gastada por la erosión y el paso del tiempo. Una gaviota pasó y su graznido
pareció haber sido hecho en esperanto. Al mismo tiempo que el pájaro se posaba
en un cartel de neón muerto, un portón de la fábrica supuestamente abandonada
se abría.
-Los esperábamos a ustedes dos
solos- dijo un hombre vestido como en la época victoriana, señalándome a mí y a
Josh- pero no importa, pasen todos.
La fábrica parecía muy grande y
sólo una parte estaba iluminada con tubos de tungsteno que la hacían lucir
deprimente y delicadamente húmeda.
Había unas veinticinco sillas
plegables, casi todas estaban ocupadas por personas vestidas como en la época
victoriana o con estética steampunk. Todos tenían sombreros
diferentes. El que más se repetía era el bombín.
-No traen sombrero- nos gruñó el
hombre que nos hizo pasar.
Nos sentamos en silencio, uno al
lado del otro. Por alguna razón me tocó nuevamente al lado de Mimi y Peggy Sue
estaba encima de Buddy Holly que era el que estaba vestido más acorde a la
situación, aunque Josh no desencajaba mucho.
-Tenemos invitados- dijo un hombre
que estaba parado en el medio del foco de luz en una tarima. Tenía un bigote
largo y enrulado.
-Calculo que saben porqué están
acá.
-No- dijo Josh desganado y aburrido
y prendió un cigarrillo y sonó sus dedos que hicieron un sonido similar al de
un corcho saliendo con violencia de una botella de sidra de 1995.
-Ustedes son los que lograron
descifrar nuestro código e ingresar. Deberían saber porqué están acá. Están acá
porque deben estar acá. Merecen estar acá.
-Mierda, esto es casi tan cool como
las modalidades ridículas que tiene Google para elegir su personal mediante
cuentas imposibles de hacer que publica en diarios y en anuncios en las rutas.
-Exacto, pero el nuestro no dice
nada referido a ninguna empresa. Es un código escrito al azar en diversos
puntos de la ciudad. El azar hace que alguien pase y lo perciba y lo anote y lo
descifre y se ponga en contacto con nosotros. Para muchas otras personas lo que
ven es tan sólo un graffiti más en New York. Es el tercer código que se logra
activar, hay cuarenta.
-¿Qué pasa cuando se activa?
-Una bomba se activa.
-¿Cómo que una bomba?
-Sí, una bomba.
-…
-Pasadas las treinta y seis horas, en
un punto aleatorio va a suceder algo. Ni nosotros sabemos qué. Hay cuarenta sorpresas-bomba,
una para cada código pero se relacionan entre sí de manera azarosa. No sabemos
cual estallará cuando.
-Mierda.
-Ustedes sabían en lo que se metían
cuando desencriptaron el código.
-¿Cómo mierda es que nos
reconocieron?- pregunté.
-Cuando ingresaron el código se
activó instantáneamente la cámara de la computadora y pudimos verlos. Muy
arriesgado de todas maneras que hiciesen todo desde un Apple Store.
-¿Cómo supieron que íbamos a venir
hasta Coney Island?
-Estás haciendo preguntas que no
son las importantes- respondió seco el hombre de los bigotes graciosos.
-Pero ustedes esperaban que
viniésemos con sombreros, así que hay algo que no cierra.
-Estás haciendo preguntas que no
son las importantes.
Me tembló la espalda y las manos me
transpiraban. Estaba nervioso y tenía calor. Me acordé que llevaba puesta una
remera nueva de The Germs que no quería que se me gastase tan rápido.
Me pareció la situación más
ridícula del mundo y me dio risa, un ataque de risa que nadie esperaba y
desconcerté a todos: a los miembros de la secta y también a mis amigos. Todos
quedaron en un elegante silencio esperando a que yo pudiese calmarme. El
silencio prosiguió una vez que me logré contener, como si todos esperasen que
dijese algo interesante, pero no tenía nada para decir.
-Perdón, me tenté- dije.
-En un principio éramos la Sociedad del Sombrero.
Seguimos existiendo.
-¿Tienen algo que ver con La Sociedad del Sombrero
Rojo?[1]-
interrumpí.
-No…
-¿Y con el club de barbas?[2]-
pregunté.
-Callen a ese- dijo el hombre del
bigote ridículo y me pegaron con una corbata que tenía en la punta un ladrillo
atado. No me dejó inconciente pero me dolió y comprendí que tenía que callarme
y quedarme con las dudas, como me sucedía en el colegio primario para que no me
burlasen cuando no entendía algo.
Quería saber si habían robado la
idea de La Subasta
del lote 49 de Thomas Pynchon pero no me animé a preguntar.
-En un principio éramos
[1] La
sociedad del Sombrero Rojo es un grupo de mujeres que se juntan a merendar y
que visten sombreros rojos y trajes lilas. Marge Simpson forma parte en un
capitulo y se ve involucrada en actividades delictivas.
[2] El Club
de Barbas y bigotes es una sociedad en la que todos sus integrantes tienen
barbas y bigotes con formas raras y longitudes extremadamente ridículas. Es
como una fraternidad o algo así.
1945, cuando terminó la Guerra y Coney Island
lentamente iba siendo olvidada y servía como refugio para nuestras parrandas.
Su fundador fue Stephen O`Malley.
-El integrante del grupo Sunn O)))-
pensé, pero era obvio que no se trataba de él porque en ese entonces no había
ni nacido.
-En 1968 hubo un nuevo miembro que
estuvo unos pocos meses en la sociedad. Era un muchacho de Chicago que nos
introdujo las ideas de Paul Lafargue y Henry David Thoreau entre otros
pensadores. Fue muy respetado rápidamente entre los integrantes, pero al
tiempo, abruptamente, se marchó sin dejar rastros. Años después, su figura cobraría
notoriedad mediática y nos inspiraría nuevamente a ser lo que somos hoy en día.
Ese hombre fue Theodore Kaczynski.
-El Unabomber- grité y me golpearon
de nuevo, aproveché el momento para preguntar si la Sociedad había robado la
idea de la novela La Subasta
del lote 49 de Thomas Pynchon y si el fundador tenía algo que ver con el
integrante del grupo de Drone Doom Metal Sunn O)) que se llaman así por una
marca de amplificadores pero que se pronuncia simplemente Sunn, casi en
respuesta a la banda fundadora del género, Earth que a su vez se llama así en
honor a Black Sabbath ya que ese había sido su primer nombre. Volvieron a
golpearme.
-Con el tiempo fuimos adoptando
diversas metodologías para sumar miembros, nuestra ideología fue mutando,
enriqueciéndose, cada vez generamos más y más conciencia. Ya no éramos un grupo
de hombres amantes de la moda, éramos hombres y mujeres queriendo cambiar las
cosas pero sin descuidar la vestimenta. Con el tiempo cambió el nombre del
movimiento, pero la Sociedad
de los Sombreros siguió existiendo como una célula.
-Ustedes han sido seleccionados
para ser parte de esto. Bienvenidos. Pronto estaremos en contacto nuevamente
con ustedes. Pero ahora tenemos que continuar con lo que hoy hemos empezado y
que ustedes no comprenderían todavía. Ya habrá tiempo, pronto, para que se
adapten.
Me detuve a mirar a las mujeres que
integraban el grupo. Estaba aquella mujer que había visto en el subte que
parecía salida de El Pueblo de los Malditos.
La imaginé teniendo arcadas
mientras succionaba un pene, con el maquillaje corrido y un poco sufriendo pero
un poco caliente por eso mismo y pasándola bien. Fuimos a comer a Nathan´s.
Josh pidió un cangrejo frito que
parecía muy extremo. Lo que pedimos el resto no tiene verdadera importancia pero
a ninguno le gustó del todo. Yo prefería los panchos de King Papaya.
-Que carajo- dijo Josh.
-¿En que mierda nos metieron?- dijo
Buddy Holly- seguramente el inútil de Mr. Momo tiene algo que ver con eso.
Mimi hacía la vertical y practicaba
kung fu.
-No sé, veamos que pasa. Que gran
ciudad New York- dijo Josh con indiferencia. Rompió la pinza del cangrejo con
sus manos que parecían las garras de un oso embalsamado o de los que aparecen
en la película Grizzly Bear de Werner Herzog.
-Estoy un poco asuztado- dije.
-Se dice asustado- me corrigió
Josh.
-Se dice matate, amigo[3]-
respondí.
Peggy Sue miraba la nada y parecía
asustada, me gustaba que lo estuviese porque de esa manera no fastidiaba ni
criticaba a nadie.
Mimi daba mortales para atrás.
Las empleadas del negocio nos
miraban con desprecio y parecían aburridas. Prendieron una radio y sonaba una
canción de Eric Clapton de la década del ochenta, por lo tanto malísima.
Mimi hacía planking[4].
Volvimos a Manhattan.
[3] Amigo lo
dije en español pese a que el texto está en español hablé todo el tiempo en
inglés.
[4] Según
Wikipedia: “El planking, término en inglés que se traduce como
«hacerse la tabla», es una práctica que consiste en estar tumbado boca abajo en
un sitio inusual”.
miércoles, 20 de marzo de 2013
MANHUNT VI
Subí a la habitación para
cambiarme. Kesuke jugaba con una PSP. En su cama había una guía de New York en
japonés. Fue entonces que recordé un libro que había comprado que estaba en
japonés, era de fotos muy extrañas.
-Kesuke ¿Me ayudarías a traducir un
poco un libro que está en japonés?- le pregunté mientras buscaba una camisa en
mi valija.
-Sí, claro- dijo y apagó la consola
de videojuegos. Abrió una lata de jugo de uva y la bebió de un trago.
Le pasé el libro y luego de
analizarlo con detenimiento durante un rato me dijo lo siguiente: “Bienvenido al oculto Japón, a lo que ni
siquiera habitantes sus conocen de su tierra. Este libro muestra el lado
secreto y lujuria del país, principiomente de la ciudad de Tokio. Un infierno
disfrazado de neón. Atrevete a ingresar a este sitio aunque por ahí no
encuentres la salida”.
-Guau- dije admirado.
Kesuke miraba el libro sin
comprender de qué se trataban las fotos de consoladores de Hello Kitty pegados
a platos de sushi y las estatuas de Hombres de Neandertal vestidos de chicas
Pin Up.
Terminé de vestirme y bostecé con
fuerza estirando los brazos.
-¿Estás cansado?- me preguntó
Kesuke.
-Sí, pero voy a salir igual ¿Vos
vas a hacer algo?
-Sí, voy a ir a ver el Rey León- le
dijo- Saqué buenos asientos.
-Genial
-En verdad saqué un solo buen
asiento, porque voy solo.
-Oh
Ambos quedamos en silencio.
La canilla goteaba, parecía el
sonido de las agujas de un reloj pero con más eco.
-Otro día si querés podemos ir a
pasear Kesuke- le dije más por lástima que por verdadero interés.
-Oh- respondió- me gustaría.
-Tengo que irme.
-Buenas noches.
Bajé los peldaños contento. Crujían
como si fuesen los dientes de un león masticando los huesos de una gacela que
lleva muerta varios días bajo el sol de la Sabana.
Esto es lo que recuerdo de la
fiesta:
“(
)”
Me desperté por los escupitajos de
Kesuke. Era temprano, tenía resaca. Abrí un ojo y veía todo fuera de foco.
Kesuke estaba sin remera y tenía una toalla atada a su cintura.
Miré su cama y había unos afiches
tirados sobre la colcha, estaban en japonés y en inglés.
-¿Qué es eso Kesuke?- pregunté con
la voz agarrotada, como si una prensa apretara mi traquea. Tenía la boca
pastosa y un aliento fatal.
-Son unos anuncios que encontré en
el subte cuando volvía ayer de la obra. No comprendí del todo de que se tratan,
parecen sacados del libro que me mostraste ayer.
Me levanté de la cama y tomé uno.
-Esto es peligroso Kesuke.
-No tengo idea de lo que es.
Son malos.
-No sé si son malos. Dicen cosas
que no son malas, no es malo.
“El futuro es nuestro. De nosotros depende el cambio. Esta atento a lo
que pasará pronto.
El 1 de enero de 2013 el mundo como lo conocemos llegará a su fin, por
causas naturales o motivado por nuestro movimiento, la Orden del Nuevo Mundo.
El sistema económico domina a las vidas de las personas, el consumismo,
la tecnología, la mala alimentación. Pretendemos destruir todo eso, volver al
inicio, al hombre nómade y libre, desposeído de los objetos y los bienes
materiales. El hombre libre es aquel que no tiene nada a lo que atarse, ni un
trabajo, ni un hogar, ni un nombre.
Volveremos a ser hombres pero también animales, el sistema capitalista
colapsará, implosionará y habrá reticencia pero es lo único que le queda al
hombre para que el mundo pueda seguir existiendo.
Las medidas deberán ser drásticas para que puedan ser efectivas. No hay
vuelta atrás, el fin del mundo comienza. Un mundo nuevo surgirá para el bien de
todos.”
-Mierda Kesuke ¿Leíste esto? En
unos días algo malo va a pasar.
-¿Crees que es algo malo? Ni
sabemos que es lo que va a pasar, pero parece liberador. Las cosas van a
cambiar.
-Mierda Kesuke, te hacía un
conservador de pueblo pero sos peor que el Unabomber.
-Solamente me parece interesante
que cambien las cosas. Yo soy de un pueblo muy pequeño en el que nada cambia
nunca, no pasa nada. Venir a Estados Unidos fue sido una experiencia loca mi
para. California, la playa, nunca había visto la playa. Ahora New York, una
ciudad extrema, grande, una isla también. Es muy raro todo. Mi vida cambió
mucha en la último tiempo. Un cambio a todos me parece correcto. Estoy
aprendiendo cosas nuevos.
-Te entiendo Kesuke. Es que lo
nuevo asusta. Yo pensaba poder publicar alguna novela, filmar algún documental.
Vivir solo Kesuke, mierda, vivir solo. Pero si todo cambia eso no va a poder
ser y serán otras cosas. Es decir, no me molesta el cambio, pero quería lograr
esas cosas en este sistema, quedar mínimamente satisfecho y que después
cambiara.
-Es esperar lo que queda.
Buddy Holly fumaba en la calle y
estaba vestido como un Rudie Boy.
-Mierda, te estamos esperando
todos, hace un frío terrible.
-Deberías abrigarte. El placer por
delante de la moda.
Buddy Holly olía muy bien y su jopo
parecía perfecto.
Caminamos hasta la esquina de la Séptima Avenida y
ahí estaban todos reunidos, todos tenían café en sus manos.
-El desayuno del hostel es un asco-
dijo Peggy Sue.
-Cigarrillos y Café, son unos
hipsters, parecen salidos de una película mala de Jim Jarmusch- dije.
Avanzamos hacia el subte y yo no
sabía a donde estábamos yendo.
En la estación había unos chicos
raperos con un Boom Box, escuchaban rap de los ochentas. El sonido era tan
primitivo que rozaba con el funk. Por ahí era hip hop y no era rap, no se cual
es la diferencia.
Pregunté cual era la diferencia
pero nadie tenía idea y me sentí tonto por preguntar pero a gusto por no ser un
ignorante, o al menos no más ignorante que el resto de lo que ya en ese
entonces, se podía considerar mi grupo de amigos.
En el vagón había un hombre de
rastas y tatuajes de preso o marinero que no tenía remera y parecía que vivía
en la calle. Ocupaba cuatro asientos, estaba acostado en ellos y murmuraba
palabras extrañas y cada tanto gritaba. Nadie parecía realmente consternado por
su presencia satánica.
Nos sentamos lo más lejos posible
de él. Yo estaba junto a Mimi y ella junto a una mujer embarazada que tenía un
vestido con barcos azules. Buddy Holly estaba sentado y encima de él se
encontraba Peggy Sue. Josh iba parado y parecía un criminal.
Me vi reflejado en la ventana opaca
del subte, mi silueta aparecía distorsionada. Fue la primera vez que pude
imaginarme calvo. Lejos de aterrarme sentí calma, como si tuviese cáncer y
hubiese descubierto una cura casera y secreta. Ya nada podía aterrarme, podía
visualizarme a mi mismo en el peor de los estados: sin pelo. Me hizo comprender
que el mayor de mis miedos estéticos no era tan grave como parecía.
-Cuando llegué al hostel entré a la
habitación y había unos zapatos y una camisa y una plancha y un libro de
autoayuda del publicista Paul Arden. Eso me había dejado tranquilo, mi
compañero de habitación parecía un chico tranquilo. A la noche lo conocí, era
un muchacho negro que acababa de llegar de la Florida y no conocía a
nadie y estaba solo. No hablaba casi pero leía bastante y el tacho de basura
siempre estaba lleno de comida chatarra de todo tipo, pero el era muy flaco. Se iba a ir a Queens porque le
resultaba muy caro el hostel. Una mañana se fue y me quedé solo una noche y al
día siguiente tuve que cambiarme de habitación porque esa tuvo una falla
eléctrica; y ahí estaba Kesuke. Y ahora Kesuke está a favor de La Orden del Nuevo Mundo.
-¿Qué mierda es Kesuke?- preguntó
Buddy Holly. Su voz sonaba desgarrada, como si estuviese por parir, pero eso es
imposible porque es hombre. Seguramente era por el peso de su novia encima de
él.
-Mi compañero de habitación.
-Sí, entendí eso, pero…no importa.
Estaría bueno que los cinco estuviésemos en la misma habitación.
El viaje era largo y las estaciones
en las que frenábamos eran cada vez más feas. Muchas personas bajaban y muchas
otras subían. Los peinados y las ropas y los rasgos cambiaban y era interesante
imaginar las vidas de esas personas que no iba a ver nunca más y de las que
nada nunca sabría.
Las últimas dos personas que subieron
antes de que nosotros bajásemos lucían extrañas. Ambos tenías los ojos celestes
y vestían trajes negros y parecían ser una mezcla entre testigos de Jehová y
los chicos de El Pueblo de los malditos.
-Miembros de La Orden- me susurró Josh al
oído.
Bajamos en Coney Island. Hacía
mucho frío y el viento soplaba.
-Perfecto- dijo Peggy Sue- este
lugar es una mierda.
Caminamos por la Avenida Surf hasta una tienda
que vendía remeras y Mimi compró una de The Warriors porque los personajes de
la película son de ahí. Pensé en comprar una pero no lo hice y después me
arrepentí. La tienda era como un Surf Shop pero deprimente.
martes, 19 de marzo de 2013
Manhunt V
-Esta noche estamos pensando en ir
a una fiesta- me comentó Josh- es una discoteca exclusiva y cara, pero conocí a
Mr. Momo, un chico ruso que maneja las relaciones públicas del lugar y nos
consigue descuentos y nos evita hacer la fila.
-Bueno, vamos- dije, sin verdaderas
ganas de perder plata en una discoteca a la que no iría nunca en mi vida si no
fuese porque estaba de viaje.
Fuimos a comer a un bar chiquito,
mientras masticábamos unos sándwich orgánicos y tomábamos una sopa de
espárragos le dije a Josh:
-Esta ciudad es ridícula, es como
una trampa. En cada cuadra hay algo para hacer y algo para consumir, no está
bien. Es como si fuese un parque de diversiones gratuito en el que sólo comprás
y gastás y te sentís bien pero un poco perdido y no entendés tu rol en todo
esto ni en el mundo y te ves obligado a cuestionarte todo y no sabés que hacer
de tu vida cuando el viaje se acabe y a la vez no querés irte de la isla pero
sentís que te está succionando la energía y aprovechándose de vos gracias al
marketing pero a la vez lo disfrutás.
Josh trago y limpió su boca con una
servilleta que sostenía con sus dedos que parecían pinzas para romper las
pinzas de una langosta:
-Sí, te entiendo.
Salimos del negocio y había una pintada
en aerosol violeta en una pared, era una serie de símbolos raros, similares a
estos:
1
8 7 7 . 2 1 0 2 . 9 2 . 0 1 . 0 2 . 9 8 4
Josh los anotó en una libreta que
escondía dentro de su sobretodo.
-Es un código encriptado- me dijo-
es el atbash-akak, una forma de encriptación basada en los caracteres de la
tipografía Wingdings 2 del Microsoft Word. También son las indicaciones para
acceder a un nivel secreto en el Ultimate Fighter para Sega Saturn, me acuerdo
exactamente cada movimiento.
Fuimos obligados al Apple Store de
nuevo, ingresamos a una computadora cualquiera, abrimos el explorador. La
página de inicio era un sitio porno, otro: www.xvids.net
Josh ingresó al sitio TOR y puso
unos códigos y desencriptó los caracteres del graffiti y logró ingresar a un
sitio horrible que parecía diseñado en Microsoft Frontpage que parecía hecho
para ser visto en Netscape.
El sitio tenía un contador que
permitía navegar en él tan sólo diez minutos, después se cerraba.
El titular decía en Times New
Roman:
“LA
ORDEN DEL NUEVO
MUNDO!!!!
No somos una secta. No somos un club privado. No somos un movimiento.
Somos todos. El mundo está cambiando y en ese cambio nos vemos involucrados
todos, de una manera u de otra. Todos formamos parte de este nuevo mundo que
comenzará con el fin del año 2012. Las profecías Mayas han sido
malinterpretadas, el nuevo comienzo no es el 21 de diciembre, sino el 1 de
enero de 2013. Todos formaremos parte de este cambio. Tenemos que prepararnos.
Si estás acá es porque estás listo para prepararte.
Restaban nueve minutos.
Apretamos un botón que decía Bases y Condiciones.
-Queremos preparar a las juventudes futuras para que puedan
autoabastecerse en su presente (nuestro futuro)
-Queremos desarticular la hegemonía actual del mundo.
Restaban siete minutos.
-Estamos en contra de la idea de cualquier dios que domine las mentes
de las personas
-El hombre es el ser más peligroso
pero también el que puede usar su capacidad mental para hacer del mundo
un lugar mejor.
-Los animales y las plantas están por encima del hombre. Sólo nuestra
propia extinción permitirá que los animales y las plantas vuelvas a reinar el
mundo.
-Esto es como Doce Monos- pensé-
pero sin Brad Pitt. Restaban cinco minutos.
-Solo unos pocos hombres, los calificados, podrán acceder al privilegio
de sobrevivir para vivir en el Nuevo Mundo. (Te encontrás dentro de ellos por
haber podido acceder a este sitio).
Nuestros diez minutos de tiempo se
acabaron, el sitio se cerró y volvió a la página porno.
-No se preocupen, nos están
volviendo locos- nos dijo un empleado del Apple Store que pasó a nuestro lado-
alguien seteó todas las computadoras y aparatos con acceso a Internet con
sitios porno como página de inicio. Los quitamos y al día siguiente vuelven a aparecer.
Están bajando las ventas y los clientes que visitan la tienda, es un infierno.
Se dice que son los de es Nueva Orden Mundial, un grupo de geeks que juegan a
los Illuminati.
Josh intentó volver a ingresar al
sitio pero el código ya no funcionaba.
-No importa, ingresemos a la
Deep Web y compremos drogas ilegales para
que las manden al hostel.
Era domingo por lo que era noche de
Pizza libre en el hostel. Nos juntamos en el comedor a comer y a tomar cervezas
(también gratis) y a ver televisión (una película malísima con Jodie Foster) y
a hablar sobre cualquier cosa y a planificar la noche.
Ellos querían ir a esa fiesta pero
yo prefería ir a hacer otra cosa. Era 23 de Diciembre y las dos siguientes
noches serían una mierda porque toda New York festejaría navidad.
Mimi quería sacarse una foto con el
árbol que había en el Rockefeller Center. Yo quería hacer cualquier cosa que no
fuese pagar precios ridículos por una lata de cerveza, escuchar música horrible
y que no comprendo, hablar con chicas ebrias y racistas y volver solo al
hostel.
Nadie se ponía de acuerdo y las
porciones de pizza con pepperoni tamaño Extra Large ya estaban frías y no
quedaban latas de cerveza por lo que pasar las porciones de pizza con pepperoni
extra larga ya frías era imposible.
-Yo iría a Sway, ese bar donde a
veces va Vincent Gallo y Chloe Sevigny y Macaulay Caulkin y pasan música de The
Smiths.
-Eso es los lunes, el resto de los
días ese bar es la muerte.
Jodie Foster parecía que estaba
secuestrada o algo así e intentaba escapar de las ataduras de sus muñecas con
movimientos torpes de cadera.
-Ah, bueno, vayamos el lunes.
-Me tienen harta con The Smiths-
dijo Peggy Sue- Me tiene cansada el fanatismo desmedido hacia esa banda. Son lo
mismo que The Beatles o The Rolling Stones, dioses muertos de una época que no
viví. No me representan más que la viruta de un lápiz recién afilado.
Me gustó su comentario, era una
banda que se seguía adorando pese a que no estaban juntos hacía casi tres
décadas. Mis padres tenían más derechos a escucharlos que yo.
-Voy a ir a comprar unos packs de
cervezas- dijo Buddy Holly- porque sino esta noche no va a comenzar nunca.
Buddy Holly vestía un traje gris y
tenía un chaleco y un corbatín y los anteojos limpios y un jopo engominado y
zapatos que la mitad eran negros y la otra mitad blancos, como si fuesen para
bailar swing o tango.
Mr. Momo le mandó un mensaje de
texto a Josh preguntando cuantos iríamos esa noche a la discoteca. Ya no podía
escapar.
Entraron al comedor un grupo de
australianos, dos chicos y dos chicas. Todos eran rubios y con las mejillas
rosadas por el frío, no parecían acostumbrados a la temperatura y suspiraban y
sus cuerpos estaban agitados. Las dos chicas tenían el mismo buzo de GAP rosa.
Se sentaron en una mesa a nuestro lado y hablaban a un volumen ridículamente
bajo, como si no quisiesen molestarnos.
Pensé en invitar a Kesuke, pero era
solamente por lastima para que no se quedara solo. Sabía que no iba a venir
aunque lo invitase, por eso no lo hice.
Jodie Foster se besaba con un actor
desconocido.
Josh se arremangó la camisa y tenía
un tatuaje de un ancla que parecía ser un dibujo del Siglo XIX, con detalles y
sombras.
-No entiendo los tatuajes- dije,
por decir algo y evitar el silencio.
-¿Qué no entendés de los tatuajes?
-Para que sirven, que son, que
sentido tienen. No los entiendo.
-Son dibujos que se hacen en la
piel y no sirven para una mierda. Algunos son lindos, a mi me gustó el ancla,
no hay razón alguna. Mis abuelos no eran marineros, eran granjeros, pero me
gustó el dibujo.
-Pero sigo sin entender porqué la
gente se hace dibujos eternos en el cuerpo, cual es la razón. ¿Por qué no nos
hacemos brazos de madera y aluminio? Es igual de aleatorio.
-Sí, puede ser. Es cultural. Hay
gente que se pone argollas en el cuello y se los estiran, otros se tatúan.
-El tema es que el tatuaje es igual
de exótico que lo de las argollas en el cuello, una costumbre robada y
descontextualizada y vaciada de contenido y sentido.
-Sí- dijo Peggy Sue defendiéndome-
como ha pasado con los expansores. Hace unos años nadie los usaba en occidente
y ahora de cada cinco personas que veo, dos los tienen. Es brutal.
El empleado del turno noche del
hostel apareció en el comedor y le dijo a Josh que se acercara un momento a la
oficina. Josh, sorprendido fue con pasos lentos y torpes.
Buddy Holly apareció con dos packs
de seis cervezas: uno de Blue Moon y otro de Coors. También traía un whisky Jim
Beam y una Coca-Cola.
-Invito yo- dijo.
Jodie Foster miraba el horizonte
desde un precipicio. Tenía unos jeans azules y botas y una campera de cuero un
poco corta y anteojos negros. Aparecieron las placas de créditos.
Josh apareció con una sonrisa en
su cara. Emanaba frío del pasillo que separaba el comedor del lobby.
-Tengo un regalo- anunció y sacó un
sobre de papel madera que vació sobre la mesa.
Estaba lleno de frascos con
diferentes drogas.
-Les presento al: MDMA, el LSD, la Ketamina y la Cocaína.
Todos nos quedamos en silencio.
Josh empezó a picar todo y a mezclarlo.
-No me miren así, las compré hoy
con Ariel.
-¿Conmigo?- pregunté asombrado.
-Sí, en la
Deep Web. Llegó mucho más rápido de lo que
pensaba, en el mismo día. Genial. Lo gracioso es que frente al hostel hay una
comisaría.
Empezaba una película de Universal
Studios.
Yo era el único que tomaba una Blue
Moon.
Los australianos miraban a Josh con
pánico.
-Ya está- dijo.
En la mesa había una montaña de
polvo que comenzó a separar en gruesas líneas.
-Una para cada uno.
Sin dudarlo, todos tomamos.
Nuestras narices hacían un ruido rarísimo, como el de un motor de goma espuma.
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jueves, 14 de marzo de 2013
MANHUNT IV
Caminé hasta el Dakota Building,
donde Mark Chapman asesinó brutalmente a John Lennon. Había unos Deadheads
parados en la puerta, parecían drogados, una pareja de alemanes (o eso parecían
ser) lloraba. Me detuve tan sólo un momento y me alejé de ahí hasta ver la
placa de IMAGINE. Había una larga fila para posar en el círculo y sacarse una
foto. No me conmovió en lo más mínimo.
Un hombre cantaba las canciones más
famosas de manera horrible y las personas le daban monedas y se sacaban fotos
con él y las cantaban de manera fea acompañándolo. Tenía un sombrero de cowboy
y pelo largo, pero supuse que debajo del sombrero había una calva con verrugas.
Tenía un chaleco y botas texanas. No sé que tiene que ver esa vestimenta con
The Beatles.
Otro hombre llegó y desenfundó una
guitarra eléctrica que enchufó a un amplificador y comenzó a tocar otras
canciones a tan sólo metros de distancia. Las melodías mal ejecutadas se
superponían y era una bola de ruido horrible. Los hombres comenzaron a
discutir. El segundo se escudó en La Primera Enmienda y el primero
en que había llegado primero. Comenzaron a gritarse y todo el mundo miraba y el
círculo de IMAGINE quedó sin nadie porque se formó otro, de personas entorno a
ellos. No iban a golpearse, ese era el climax. Entonces me fui y pensé en ir al
Tom´s Restaurant, conocido como “el bar de Seinfield” porque muchos capítulos
se filmaron ahí. Me pareció que quedaba demasiado lejos para ir a sacarme
solamente una foto y comer un desayuno que seguramente era carísimo. Además no
soy muy fan de Seinfield, prefiero Curb Your Enthusiasm. Me pregunté cuando
habría sido la última vez que Jerry Seinfield habría ido a comer ahí, o si
alguna vez habrá ido más allá de la filmación del programa.
Atravesé el Central Park y fui a King
Papaya, un pequeño negocio de panchos y jugo de papaya que queda del otro lado,
al este del parque. En el transcurso me crucé con un libo perdido, dejado a
propósito para que alguien lo encontrara, pero era un libro sobre el
surgimiento de las religiones y me resultó muy aburrido y dejé que siguiese
esperando a que alguien se entusiasmara con el juego anónimo.
Pensé en que quizás era dejado ahí
por alguien de La Orden
del Nuevo Mundo pero no quería empezar con paranoias que no iba a poder frenar,
encima tan lejos de mi casa y de todas las personas que conocía.
Llegué al lugar de panchos que
había conocido por el programa de televisión de Anthony Bourdain.
La mujer que atendía no se esmeraba
en ayudarme a elegir el menú más conveniente, por lo que pedí un pancho con
chili y otro con queso fundido, un vaso grande de jugo de papaya (que no sabía
si me iba a gustar o a resultar vomitivo) y un vaso de papas fritas enruladas.
El local era minúsculo y sólo se
podía comer de pie. A mi lado había una anciana, tendría unos ochenta años,
estaba arrugada y temblaba pero estaba muy bien vestida. Me pregunté quien
carajo sería esa mujer, como habría sido su vida, si siempre habría vivido en
New York y que pensaría de la ciudad en estos días.
Comía un pancho y pinchaba papas de
un vaso y tomaba el jugo espeso de color naranja pastel.
La imité y leí los carteles que
había en el local:
“¿Sabía que la papaya tiene más vitamina C que un kilo de naranja y que
previene enfermedades arteriales y distintos tipos de cáncer?”, “King papaya
promueve el deporte y la buena alimentación”.
Dí un bocado al pancho, tragué e
inmediatamente pinché las papas con el tenedor de plástico y las mojé en
ketchup. Dí un trago del jugo de papaya que era extrañamente rico para bajar el
sabor avinagrado del Ketchup. Me di cuenta de que no me gustaba mucho ese
aderezo pero que me estaba obligando a creer que sí me gustaba.
Terminé la comida y ya estaba
aburrido así que salí y tomé una foto con una cámara instantánea que había
comprado en B&H, una tienda de electrónica gigante atendida por judíos
ortodoxos en la que los pedidos viajaban por cintas corredizas por los techos.
Me sentí un poco idiota al sacar la
foto, como si fuese ese personaje torpe de la novela Everything is Illuminited
de Jonathan Safran Foer que si mal no me acuerdo es el mismo Jonathan Safran
Foer.
Josh caminaba solo por la cuadra de
enfrente. Pasó delante de mí y no me vio, por lo que me puse detrás de él y
puse mi dedo detrás de su espalda como si fuese una pistola y le dije que eso
era un asalto y se sorprendió mucho. Al darse vuelta estaba pálido y lucía con
miedo. Yo me reí y me dijo que era un idiota.
Seguimos el día juntos.
Josh me contó que había estudiado
cine en Escocia y que todo lo que había aprendido había sido en vano, que él
quería hacer mierda experimental, eso era lo que a él le gustaba. Le dije que
debería ir al IFC a ver mierda experimental o al PS2 en Queens o incluso al
MOMA o al New Museum. Yo quería comprar un libro en el New Museum sobre la
historia del ABC No Rio, una casa tomada que funcionaba como centro cultural
desde hacía treinta años.
Josh me dijo que tenía pensado ir a
todos lados porque pensaba quedarse mucho tiempo en Manhattan porque era su año
sabático por haber terminado la universidad.
-Cuando pronuncias Manhattan
pareciese que decís Manhunt.
-Mi acento es bastante escocés,
pasé mucho tiempo allá. Es más cerrado que el inglés de Inglaterra, lo sé.
Josh lucía como una versión viva de
Frankenstein. Era alto y tenía el cráneo rectangular y un corte de pelo similar
al de Largo de la Familia Adams.
Le faltaban los tornillos en el cuello y tener una voz más grave y lenta. En su
frente tenía una cicatriz pero era minúscula, más cercana a la de Harry Potter
que a la del monstruo de Mary Shelley. Sus brazos eran largos y los solía tener
a sus costados, con lo hombros relajados, como si le pesaran y estuviesen
rellenos de arena en vez de carne y huesos y venas y sangre.
Siempre usaba un
sobretodo azul que era muy largo porque el es muy alto.
-¿A dónde ibas?- le pregunté
intrigado con sus actividades en la ciudad.
-Al Guggenheim, quería ver una
muestra y comprar algo en la tienda de regalos.
En el Guggenheim había una muestra
de un tal Maurizio Cattelan. Estaban todas sus obras. La muestra se llamaba All y consistía en todas sus esculturas
colgadas del techo a diferentes alturas. La idea era subir al último piso del
museo por el ascensor e ir bajando de a poco para ir viendo las obras desde
diferentes ángulos y perspectivas. Una era una estatua de un nene que lucía
como Adolf Hitler, otra era el cadáver de John F. Kennedy en un ataúd pero sin
marcas de los disparos ejecutados por Lee Harvey Oswald, otra era un elefante
disfrazado del Ku Klux Klan. Debajo de todo, en el suelo, estaba el Papa
aplastado por un meteorito.
Con el precio de la entrada
teníamos derecho a retirar un iPad con una video guía grabada por John Waters
pero por alguna razón no lo aprovechamos. También con la entrada podíamos
acceder a una muestra sobre Kandinsky y otra con obras de Roy Lichtenstein pero
ninguna de las dos me interesaba y a Josh tampoco.
Entramos a la tienda y Josh compró
unos papeles para hacer origamis que venían con indicaciones para hacer piezas
para hacer un rompecabezas de origamis. Mientras recorríamos los muebles me
dijo que su película favorita de Waters era Pink Flamingos. Yo le dije que la
mía era Polyester porque actuaba Stiv Bator.
Al salir cruzamos al Central Park y
escupimos en el lago Jacqueline Kennedy Onassis sin ninguna razón en especial.
Pasamos por la puerta del Museo Metropolitano sin intención de ingresar en él y
nos pusimos a levantar del suelo las chapitas redondas de colores con la M que te dan al ingresar. Las
abrochamos al cuello de nuestras remeras. Yo tenía una amarilla y una rosa y
Josh tenía una verde y una roja. Me gustaban más las suyas pero no dije nada.
No había una mierda que hacer
entonces nos tomamos el subte para irnos lejos y terminamos en un lugar
horrible llamado Roosvelt Island que es una isla que queda entre Manhattan y
Queens y en la que antiguamente había una cárcel.
-Acá parece no haber nada- le dije
a Josh decepcionado.
-No hay una mierda- respondió y
comió la uña de uno de sus dedos que parecía un palito chino para comer comida
china.
Caminamos por ahí y había escombros
y un auto estacionado y unas viviendas sociales. Había un Duane Reade al que
ingresamos para pasar un rato.
-Me perturba que vendan cerveza en
lo que supuestamente es una farmacia- le dije a Josh.
-Sí, da asco. Esta sociedad está
corrompida y enferma.
-Todo está corrompido y enfermo.
Deberíamos morir todos. Si eso pasara, a los pocos años las plantas cubrirían
la gran mayoría de las rutas y de los edificios; y los animales se
reproducirían y se curaría la capa de ozono y el tiempo dejaría de existir
porque no habría nadie que lo necesitara y tampoco habría nadie apurado ni
nadie enojado ni nadie triste. Yo estoy enojado y a veces triste pero después
se me pasa y después vuelve, pero siempre estoy enojado.
-Esta isla es una mierda, es el
típico lugar que yo usaría como base de operaciones si fuese el líder de La Orden del Nuevo Mundo.
-Hablás mucho sobre la Orden del Nuevo Mundo ¿Cómo
sé que no sos el lider de la
Orden del Nuevo Mundo? ¿Cómo sé siquiera que ese grupo
existe? Solamente lo mencionaste en ese deli kosher en el que la televisión
estaba en un idioma que no entendía.
-Solo vas a ver que esa mierda es
más real de lo que crees, está en todos lados. Todos formamos parte de un modo
u otro, es como la sociedad, aunque no quieras, aunque vayas en contra, sos
parte. Es imposible esconderse.
-¿Sabías que el inventor de la Cienciología era un
escritor de ciencia ficción?- elegí un té frío sabiendo que era una mala
elección porque decía ser orgánico y por lo tanto era obvio que no tenía
edulcorante ni conservantes químicos, lo que significaba que no iba a tener
sabor a nada. Así fue. Josh se compró una gaseosa horrible con sabor a vainilla
y zarzaparrilla. A él le gustaba.
Miramos el puente de Queensboro y
Manhattan y tomamos las bebidas en silencio. Volvimos al subte, era la estación
más linda en la que había estado.
Una vez en Manhattan, Josh miró
Google Maps en su celular y había varias cosas para visitar en esa isla y nos
entristecimos porque supimos que era un lugar al que no íbamos a volver nunca
más en nuestras vidas, a menos que volviesen a abrir la cárcel y cometiésemos
un crimen y nos llevaran ahí.
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domingo, 10 de marzo de 2013
MANHUNT III
Me desperté por las gárgaras de
Kesuke, era la tercera mañana y la tercera que escuchaba sus escupitajos, pero
ya sentía que era una costumbre impuesta, imposible de cambiar.
Mantuve los ojos cerrados todo lo
que pude y me tapé con la sábana dura intentando no escuchar los sonidos que
hacía mi compañero de habitación, pero fue imposible: aghhhghtshrtha tfshuuu,
aghrthstrhstr tsdhfuuuu,
agggghhhathrhnsghnsthr tshfuuuu, se escuchaba reiteradas veces. Yo me escudaba
debajo de la almohada y en la oscuridad de los ojos cerrados para evitar asumir
que ya estaba despierto, por culpa de un chico unos años menor con el que
apenas me podía comunicar por las diferencias idiomáticas.
La primera noche, Kesuke me había
contado que había venido de Japón hacía seis meses para un intercambio de un
año en una Universidad de California para estudiar economía. Su inglés era una
mierda, peor que el mío. Estaba de vacaciones y se había decidido a conocer New
York, una ciudad que lo asombraba porque él era de un poblado pequeño y lejano,
nunca había estado en Tokio.
Temía sufrir de discriminación por
el caso de Cho Seung Hui, pero eso había pasado hacía varios años y en la otra
punta del país y además en Estados Unidos a nadie le importa un carajo nada.
Además Cho Seung Hui era coreano y el japonés, pero en sus propias palabras me
explicó “los americanos distinguen no una mariposa de un murciegalo”.
Mimi en su infancia había sido
amiga de Cho Seung Hui, vivían en la misma cuadra y sus padres jugaban por las
tardes a las damas y sus madres lavaban la ropa al aire libre, al margen de un
arroyo. Ellos correteaban por la calle hasta altas horas de la noche.
Me contó de lo extraño que le
resultó, todavía viviendo en Corea, enterarse de la masacre que había hecho ese
chico con el que había compartido sus primeros años y del que casi nada
recordaba. Era un completo extraño pero a la vez un conocido.
Mimi también, al igual que Kesuke
había llegado a Estados Unidos hacía poco con las mismas dificultades
idiomáticas, su inglés era muy primitivo o eso me parecía a mí. Era un inglés
rústico con un montón de falencias debidas a su idioma natal. Aunque pensándolo
seguramente mi inglés es igual de malo para los estadounidenses.
Me destapé cuando me estaba
ahogando, lo primero que pensé fue en la muerte de David Carradine. Pensé en su
familia avergonzada, en sus hijos (si es que los tenía) encontrándose con un
padre que no reconocían, en su esposa con un marido que era en verdad un
extraño, un tipo con el que vivió durante décadas seguramente, y que en el
fondo escondía los deseos sexuales más extremos y perturbadores. Ahora yacía
ahí, en un placard de un hotel de en Bangkok, Tailandia.
El día estaba hecho un asco, el
cielo no se diferenciaba de las nubes, todo tenía un color gris pálido, como el
de un papel higiénico barato hecho con diarios viejos.
Miré a Kesuke, se estaba peinando,
tenía el pelo lacio y grueso. Me sonrió y se acomodó sus anteojos de nerd.
Yo también sonreí, no sé porqué,
porque en verdad quería insultarlo, pero no hice nada. Me levanté con torpeza y
dolores de espalda, me quedé sentado en el colchón, en boxers y sin remera,
asfixiado por la calefacción de la habitación, asqueado por el olor humano.
Me paré y el colchón hizo un sonido
gracioso, pensé en todas las personas que habrían dormido sobre esos resortes,
en todas las pajas y pedos, sueños y pesadillas que habrán pasado por ahí.
Mientras me vestía con la ropa del
día anterior pensaba en que hacer del día, le pregunté a Kesuke que haría él.
-Y Kesuke ¿Qué vas a hacer en el
día de hoy?
-Voy a comprar algo ropa e ir al
Museo de Naturales Ciencias.
-Entretenido
Las medias estaban húmedas por el
sudor y la nieve de la noche anterior.
-¿Vos que vas a hacer?
-Voy a ir a…no tengo idea de lo que
voy a hacer.
Abrí el candado y la puerta de mi
locker, hizo un ruido mecánico. Saqué mi mochila con la cámara de fotos y todos
los papeles que había impreso con referencias de cosas para hacer en la ciudad.
Dejé la campera abierta, me despedí
de Kesuke con un gesto con la cabeza, inclinándome un poco como hacía él y bajé
las escaleras. Los peldaños crujían, sonaban como una soga atada a una madera
en un puerto, con el otro extremo atado a un bote que se tambalea y obliga a la
soga a ejercer presión sobre la madera y emitir un sonido relajante y orgánico.
Abrí la puerta y el frío me impactó
e invadió por completo, como si un grupo de skinheads me hubiesen interceptado
por sorpresa y golpeado hasta dejarme temblando.
Me cerré la campera y caminé por la Calle 20 hasta la Séptima Avenida y
subí hasta la Calle
23 para tomar el subte.
Una vez dentro del vagón comencé el
libro que había comprado, Basketball Diaries de Jim Carroll. Había visto la
película una vez por cable, la que actúa Lonardo Di Caprio. El libro cuenta la
historia de un chico que toma drogas en la New York en los años sesenta. Para ese entonces
la ciudad ya era un caos.
Leí unas quince carillas y era muy
aburrido y decidí abandonarlo en el asiento antes de bajar. Eran dólares
desperdiciados pero no pensaba cargar con esa mierda que ya sabía que no iba a
leer. Preferí jugar a eso del libro perdido encontrado, muy
neoyorkino. Me parecía la actitud correcta, dejarlo ahí abandonado para que
alguien lo encontrara, lo leyese o se aburriera igual que yo y lo volviese a
abandonar en otro lugar, así hasta recorrer todo el mundo o mojarse y perderse
para siempre de verdad a causa de la lluvia o por quedar en algún lugar
inaccesible.
Fui al Apple Store o Mac Store, no
se como se llama la tienda. Esa que queda unas cuadras por debajo del Central
Park, en la Quinta Avenida
y la Cale 58. Es
un cubo transparente con una escalera caracol y la tienda se encuentra debajo
de la tierra.
Busqué una computadora libre y abrí
el explorador. La página principal era un sitio porno y me sentí incómodo y
supuse que algo andaba mal, no en la computadora ni en el local, sino en el
mundo. No me mal interpreten, no soy un conservador, miro porno, demasiado
seguido si tengo que ser sincero, pero que sea la página de inicio de una
computadora tan cara en una tienda tan…¿Universal? me resultó particularmente
abyecto.
Ingresé a Gmail y busqué en la
carpeta llamada NY NY el mail que me
había mandado un compañero del primario al que no vi nunca más pero con el que
eventualmente chateo por Facebook y que
viaja muy seguido y que está muy metido en lugares podris y tomados:
From: Ivan <ivan.cxplxn@gmail.com>
Date: 2011/12/1
Subject: Re: NYC
To: Ariel Pukacz <arielpukacz@gmail.com>
ok.
Para arrancar, una buena guía de eventos de recitales y etc es http://www.brooklynvegan.com/ No te asustes con el nombre de vegan, no tiene nada mas que el nombre, es una muy buena guía de recitales y ese tipo de cosas...
DISQUERIAS
http://www.academy-records.com/
http://www.academyannex.com/blog/
Esta es la bomba tiene mil cosas y es bastante agradable , hay 2 Academy. La de Williamsburg se llama Annex, no recuerdo que dias (preguntá) venden discos en la calle altamente regateables.
http://www.generationrecords.com/
Estos tipos son los mismos dueños de otra que esta ahí a unas cuadras , precios 0 económicos. Tiene una muy buena colección de remeras en el piso de abajo en el que también a veces tocan bandas. Yo ví un par, es cuestión de que chekees el sitio si bien no es la bomba lo que tiene es que esta en el Village, mas abajo te escribo sobre cosas para hacer ahí.
Hay varias ferias de discos esta es una http://wfmu.org/recfair/ pero la cuestión es que si tratás de encontrar alguna es la bomba.
En la zona del Village y Williamsburg hay otras disquerías pero vos sabés, es cuestión de patear y buscar la ganga y el disco correcto. Ahora me acuerdo de estas de nombre pero lo bueno es que a la vuelta hay otras. En Williamsburg hay muy buenas librerías también, aunque no se bien que buscas...
VILLAGE
Hace rato que el Village no es el barrio cutre de los Ramones y pasó a ser una conchetada extrema pero sin embargo ahí sigue estando concentrado un puñado de buenas cosas para hacer...
Si bien ya te comente sobre el asunto discos en Village es que esta Generation Records y tantas otras disquerías , también está el Guitar Center donde podés pasar un día tocando guitarras caras y nadie te va a decir nada aunque si te interesa la actividad de tocar cosas caras te puedo mandar otro mail explayandome en eso y te recomendaría que no dejes de ir a lo que antes era Sammys, Rudys o el nuevo showroom de amplificadores de Rudys Music en Time Square en el que te va a atender un argentino y te va a decir no me importa si no comprás. Man probá lo que quieras, yo cuando vine la flasheé....
Volviendo, en el Village está uno de mis restaurants veganos favoritos de los que conocí en el mundo (yo soy vegetariano así que guiarte en comida va a ser un tema) que se llama red bamboo pero si lo que te va es lo podri hay un point también en el village que hacen unas de las quizas mejores papas fritas que puedas comer en tu vida se ve sucio y se llena de gente pero al igual que la pizza acá: si es sucio es bueno...
Si se te da por ir al cine el vVllage es sin dudas el lugar ya que concentra por un lado el IFC center (si agarrás los cortos de Jem Cohen andá!) y por otro lado con un aspecto menos corporativo podes ir a el film forum a ver pelis y tomarte un café comiendo las mismas galletitas que comía Derrida , hahah.
Por otro lado del otro lado del village vas a ver la zona de chinos hahha ahi podes regatear absolutamente todo y podés como yo indignarte en lugares como search and destroy y en menor medida trash and vaudeville donde podés comprarte una campera de cuero con las tachas y los parches ya puestos , hahah pero la movida es que ahí los chinos venden bocha de chucherías.
No se que tanto más te puedo tirar para hacer...
Ootra cosa que esta buena para hacer si te interesa de casualidad el video arte y todo ese rollo es sacarte un turno en electronic art intermix que tienen si no me equivoco el catalogo de videoarte mas grande que debe haber en el mundo y podes ir ahi y ver todo http://www.eai.org/ En la zona de intermix hay un montón de galerías re caretonas, pero bueno no se si estas por ahí las podes checkear, muy cheto todo...
En cuanto a librerías mas ayuda de la que yo te puedo dar podes encontrar aca
Por otro lado están las cosas obvias para hacer como no sé, ir al MoMA, el Guggenheim y ese tipo de pavadas. Recuerdo una pelea con el amigo con el que viajé, yo me negué a pagar 60 dólares para subir el estúpido ascensor del Empire State hahah.
Acá tmb tenés mas data de eventos...
El abc no rio me dijeron que esta muy venido a menos yo justo no llegué a ir pero toda la info esta aca , te recomiendo en cambio que vayas algún día al stolen sleeves collective lugar donde viven unos conocidos y yo paré. Ahí en su facebook chequeá que eventos hay, esto es en Brooklyn lugar donde por otro lado suceden la gran cantidad de recitales. Si ahí conoces a un chico que se llama Adam, el es un nerd de los discos y te va a tirar buenas puntas. Decile que ibas al elementary school conmigo haha. Si ves una chica Lauren, nada, es buena piba y si ves un argentino que se llama xxxxxx sabe que es un hijo de puta de movida y no me menciones ,hahahha
Por ahora no se me ocurre mucho mas cualquier cosa preguntame.
Date: 2011/12/1
Subject: Re: NYC
To: Ariel Pukacz <arielpukacz@gmail.com>
ok.
Para arrancar, una buena guía de eventos de recitales y etc es http://www.brooklynvegan.com/ No te asustes con el nombre de vegan, no tiene nada mas que el nombre, es una muy buena guía de recitales y ese tipo de cosas...
DISQUERIAS
http://www.academy-records.com/
http://www.academyannex.com/blog/
Esta es la bomba tiene mil cosas y es bastante agradable , hay 2 Academy. La de Williamsburg se llama Annex, no recuerdo que dias (preguntá) venden discos en la calle altamente regateables.
http://www.generationrecords.com/
Estos tipos son los mismos dueños de otra que esta ahí a unas cuadras , precios 0 económicos. Tiene una muy buena colección de remeras en el piso de abajo en el que también a veces tocan bandas. Yo ví un par, es cuestión de que chekees el sitio si bien no es la bomba lo que tiene es que esta en el Village, mas abajo te escribo sobre cosas para hacer ahí.
Hay varias ferias de discos esta es una http://wfmu.org/recfair/ pero la cuestión es que si tratás de encontrar alguna es la bomba.
En la zona del Village y Williamsburg hay otras disquerías pero vos sabés, es cuestión de patear y buscar la ganga y el disco correcto. Ahora me acuerdo de estas de nombre pero lo bueno es que a la vuelta hay otras. En Williamsburg hay muy buenas librerías también, aunque no se bien que buscas...
VILLAGE
Hace rato que el Village no es el barrio cutre de los Ramones y pasó a ser una conchetada extrema pero sin embargo ahí sigue estando concentrado un puñado de buenas cosas para hacer...
Si bien ya te comente sobre el asunto discos en Village es que esta Generation Records y tantas otras disquerías , también está el Guitar Center donde podés pasar un día tocando guitarras caras y nadie te va a decir nada aunque si te interesa la actividad de tocar cosas caras te puedo mandar otro mail explayandome en eso y te recomendaría que no dejes de ir a lo que antes era Sammys, Rudys o el nuevo showroom de amplificadores de Rudys Music en Time Square en el que te va a atender un argentino y te va a decir no me importa si no comprás. Man probá lo que quieras, yo cuando vine la flasheé....
Volviendo, en el Village está uno de mis restaurants veganos favoritos de los que conocí en el mundo (yo soy vegetariano así que guiarte en comida va a ser un tema) que se llama red bamboo pero si lo que te va es lo podri hay un point también en el village que hacen unas de las quizas mejores papas fritas que puedas comer en tu vida se ve sucio y se llena de gente pero al igual que la pizza acá: si es sucio es bueno...
Si se te da por ir al cine el vVllage es sin dudas el lugar ya que concentra por un lado el IFC center (si agarrás los cortos de Jem Cohen andá!) y por otro lado con un aspecto menos corporativo podes ir a el film forum a ver pelis y tomarte un café comiendo las mismas galletitas que comía Derrida , hahah.
Por otro lado del otro lado del village vas a ver la zona de chinos hahha ahi podes regatear absolutamente todo y podés como yo indignarte en lugares como search and destroy y en menor medida trash and vaudeville donde podés comprarte una campera de cuero con las tachas y los parches ya puestos , hahah pero la movida es que ahí los chinos venden bocha de chucherías.
No se que tanto más te puedo tirar para hacer...
Ootra cosa que esta buena para hacer si te interesa de casualidad el video arte y todo ese rollo es sacarte un turno en electronic art intermix que tienen si no me equivoco el catalogo de videoarte mas grande que debe haber en el mundo y podes ir ahi y ver todo http://www.eai.org/ En la zona de intermix hay un montón de galerías re caretonas, pero bueno no se si estas por ahí las podes checkear, muy cheto todo...
En cuanto a librerías mas ayuda de la que yo te puedo dar podes encontrar aca
Por otro lado están las cosas obvias para hacer como no sé, ir al MoMA, el Guggenheim y ese tipo de pavadas. Recuerdo una pelea con el amigo con el que viajé, yo me negué a pagar 60 dólares para subir el estúpido ascensor del Empire State hahah.
Acá tmb tenés mas data de eventos...
El abc no rio me dijeron que esta muy venido a menos yo justo no llegué a ir pero toda la info esta aca , te recomiendo en cambio que vayas algún día al stolen sleeves collective lugar donde viven unos conocidos y yo paré. Ahí en su facebook chequeá que eventos hay, esto es en Brooklyn lugar donde por otro lado suceden la gran cantidad de recitales. Si ahí conoces a un chico que se llama Adam, el es un nerd de los discos y te va a tirar buenas puntas. Decile que ibas al elementary school conmigo haha. Si ves una chica Lauren, nada, es buena piba y si ves un argentino que se llama xxxxxx sabe que es un hijo de puta de movida y no me menciones ,hahahha
Por ahora no se me ocurre mucho mas cualquier cosa preguntame.
Mas
especifico por otro lado te hiper recomiendo que te vayas aunque sea un finde o
unos días a Washington DC. Con los micros del barrio chino vas por 20 dólares y
llegas en menos de 2 horas. Ahí los discos son mucho mas baratos y tenés 2
disquerías, una al lado de la otra. En una te atiende Ian Svenoius de Nation of
Ulysses y en la otra un pibe bastante copado (yo paraba en la casa de un amigo
de él). Esa, Smash si no me equivoco, es de un tipo que tocaba en 86 mentality.
En el medio de las 2 disquerías tenés un fallafel que explota re barato que le
podes meter todo el humus que quieras gratis , haha
Cualquier cosa que te pueda ayudar decime....
Cualquier cosa que te pueda ayudar decime....
Anoté todo lo que pude en mi
cuaderno MUJI que me había traído de un viaje anterior. Mi letra era una mierda
porque estaba apurado y también porque al segundo párrafo se me había cansado
la mano. Revisé mi Facebook pero nadie me extrañaba, sólo me invitaban a
eventos a los que no iría aunque no estuviese de viaje.
Cerré todas mis sesiones con
bastante paranoia y borré el historial y los cookies del explorador. No quería
que la secta esa que había visto en la tele pudiese acceder a mis datos.
Fui al puesto callejero de la
librería Strand y compré un libro sobre anécdotas de la escena hardcore de
Irlanda del Norte y sobre los recitales que organizaban para bandas de otros
países. Cada anécdota venía acompañada por una receta vegetariana que las bandas
enseñaban a los organizadores del recital.
También había varios ejemplares de
libros de Charles Bukowski con las tapas originales. En otro momento de mi vida
los hubiese comprado todos y no habría leído ninguno, pero no ahora.
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